Jardín urbano que incorpora recursos de participación ciudadana con huertos hortícolas y frutícolas así como espacios contemplativos y recreativos recuperando un antiguo sistema de riego mediante acequias y conservando una importante fuente histórica. El jardín recibe su nombre de la fuente que se encuentra en el vértice noreste de la parcela. La Font de les taules abastecía de riego a las huertas agrícolas que existían en los alrededores. De aquellas zonas de cultivo, tan solo quedaban algunos restos de trazas antropizadas, en forma de terrazas de cultivo y varias acequias de ladrillo macizo que atravesaban dichas “tablas”. El terreno tiene una pendiente descendiente hacia el Oeste, donde existen un grupo de pinos de gran porte y una acequia perimetral que cierra toda la parcela desde la fuente hasta la fachada oeste. Desde esa zona se disfruta además de una atractiva panorámica de la cercana sierra Calderona. En el límite Oeste de la parcela se encuentra una instalación deportiva que se incluye en el proyecto con el objetivo de integrar todo el equipamiento en un proyecto urbano único y coherente. Con estas condiciones originales se optó por un una propuesta de jardín que busca ser integrador con la historia y el origen del lugar, mantener la naturaleza y el sentido de la topografía original, recuperar algunas de las acequias y replantear el uso las tablas de cultivo con una función más contemplativa y lúdica que mantuviera además el recuerdo de lo que alguna vez existió en ese lugar. Las nuevas tablas se configuran como explanadas de actividad para el juego enmarcadas por hileras de palmeras datilíferas y de árboles frutales ornamentales que nos ofrecen un paseo resguardado del sol y además mantienen su naturaleza agrícola y productora. En cada una de las tablas cambia la especie, y por tanto, los colores, los olores,…. y los sabores. En las zonas bajas y rodeando las tablas se plantea una zona más contemplativa y de paseo pero se incluyen unas pequeñas huertas que buscan un “agricultor espontáneo” que las cultive. La idea es fomentar la interacción de los vecinos para mantener estas mini-huertas en cultivo. Todo ello delimitado por plantaciones de fresnos, olivos y cipreses. Y enmarcados siempre por las palmeras que en los originales oasis eran a la vez el símbolo y las protectoras del preciado líquido. El agua. El agua está presente en todo el jardín, se le hace circular, se ve y se escucha su murmullo. Aparece así, también, el sentido del oído. Las zonas periféricas se conciben para un uso independiente del jardín interior de manera que aquel puede estar cerrado mientras estas son utilizadas. Así sucede también con las instalaciones deportivas que se han actualizado y adaptado estéticamente en el conjunto. Los bordes del jardín se diseñan como una transición suave desde el bullicio urbano hacia la paz del jardín que cede parte de su superficie para convertirse en plazas abiertas a la calle que responden al uso más inmediato; lugar de encuentro para el juego y la conversación; lugar para interactuar con los vecinos.
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